jueves, 11 de agosto de 2011

Vani y todas las mamás

Esta mañana, sin intención alguna, Vania Balderrama y yo juntamos las piezas que hacían falta para escribir un cuentuito.
Empecé tuiteando:
“este poema sí que me está costando, he pensado incluso en tomar clases de parto sin dolor”
Ella respondió:
“no funcionan (las clases de parto sin dolor). El final siempre duele y de paso hay la posibilidad de un nacimiento por cesárea”.
Yo me puse a pensar en que no tengo la más pájara idea de lo que es ser madre cuando ella, ya sin dirección a mí, puso:
“Pensando en el microempresario y en el mago que dejé esta mañana en el colegio. Que les vaya lindo en sus exposiciones”.
Así que metí mi cuchara:
“Qué increíble la incertidumbre del parto, y luego la maravilla de que salgan de ahí magos y microempresarios”
Ella remató la historia:
“hasta Jesuses y poetas que paren palabras :)”.

Qué tal el cuentuito. Esto me remite a dos ideas sobre las que he estado dando vueltas, una: el espacio virtual no sólo influye en la difusión de la literatura, sino en la manera de escribir. Tal vez no la determina, pero influye poderosamente.
La otra idea es el tema del cuentuito: la maternidad. Vania desarrolla varios de sus escritos desde este lugar. Hace algunos meses yo le escribí pensando en la vida de los escritores y dónde están sus papás cuando en vez de estudiar algo que “les haga bien” los pequeñines salen con una cosa totalmente distinto a cualquier expectativa.
La respuesta es una maravillosa irreverencia escrita desde la madre, aquí está:

Lo que admiro de la Virgen María no es el que dizque haya dado a luz a Jesús sin haber conocido (bíblicamente hablando) a ningún hombre -esas son sonseras. Lo admirable de María (la de la Biblia) es que le haya permitido a Jesús andar todo harapiento con una bola de barbudos sin oficio ni beneficio aparente y que haya creído ciegamente en su hijo. Probablemente yo le hubiera llevado comidita y ropa al desierto (en esos 40 días que Jesús andaba opeando y haciéndose tentar por el ocioso de Lucifer, por ejemplo) y hubiera hablado seriamente con la mamá del tal Lucifer para que por favor le diga al ojete de su hijo que deje de hinchar a mi hijo, pero la María (la Virgen) no. Capísima.

No puedo decir nada ya. Leán el blog de Vania.

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